En esta revista ya hemos hablado muchas veces de la inflación, en numerosos artículos nos hemos referido a ella como el gran enemigo de los ahorros, pero ciertamente la inflación tiene también un efecto beneficioso para aquellos que están endeudados. Por otra parte, aún cuando la inflación no es deseable, los activos y mercados financieros, así como los bienes tangibles, ofrecen la capacidad no solo de neutralizar sus efectos indeseados sino incluso mejorar nuestra posición, incrementando el poder adquisitivo de nuestros ahorros.
Lo primero es saber qué es la inflación. La inflación se refiere a la evolución del precio de los bienes y servicios y supone un alza de los mismos de forma sostenida y prolongada en el tiempo, es decir en economía no hablamos de inflación si en un mes hay un alza puntual de los precios sino cuando esas alzas son persistentes en el tiempo. La inflación actúa directamente sobre el dinero, de forma que cuando hay un alza de precios, salvo que nuestro dinero crezca (rentabilice) al mismo nivel que los precios estaremos perdiendo capacidad de compra. Perder capacidad de compra es que con las misma cantidad de dinero, por la subida del precio de los productos, nos veremos obligados a comprar una cantidad inferior de artículos.
La inflación es considerada en economía como un impuesto para los pobres. No es que a las rentas altas o muy altas no les afecte, sino que para las clases media baja y baja su impacto es mucho mayor que en las dos primeras.
En este momento, una vez que se va normalizando la situación económica provocada por la pandemia del Covid-19, en todos los países estamos asistiendo a un importante incremento en los precios de los bienes y servicios, evolución medida por el Índices de Precios al Consumo, IPC. Refiriéndonos a nuestro país la variación de precios en tasa interanual en el mes de mayo, es decir desde mayo del 2020 a 2021, se ha visto incrementados en un 2,7%. Tan solo en lo que llevamos de año, desde enero hasta mayo, el alza de los precios acumula una subida del 2,0%. La subida de las materias primas y la energía, son las causas que están impulsando
el IPC al alza. Aún cuando los bancos centrales están lanzando mensajes de tranquilidad, la realidad es que las previsiones sobre precios comienzan a extender una cierta preocupación. La previsible expansión del consumo, una vez que la economía se normalice y se retiren las medidas de restricciones tomadas por los gobiernos, llevan a manejar escenarios preocupantes.
Para aquellos hogares que estén endeudados a tipo fijo la inflación tiene un efecto positivo. El tipo de interés en este tipo de préstamos se mantiene y según vayamos pagando las cuotas que son constantes para amortizar estas deudas, repercutirán que el dinero destinado al mismo tenga menor capacidad de compra. En términos de capacidad de compra estamos devolviendo menos que la que teníamos en el momento de contraer el préstamo.
Caso contrario, aunque matizable, es aquellos que tienen créditos a tipo variable. En este caso debe tenerse presente que los bancos centrales elevan sus tipos de interés, elevación que es trasladada a los prestatarios en las revisiones. Por tanto se incrementará la parte dedicada a pagar los intereses, si bien la parte que destinamos para amortizar la cantidad prestada se beneficiará de la inflación.
La cruz de la inflación es para los ahorradores, aquellos que tienen dinero. En este caso los ahorros acumulados irán perdiendo capacidad de compra y el “impuesto de la inflación” mermará la capacidad para adquirir bienes y servicios con el dinero ahorrado; es el
denominado efecto empobrecimiento para los ahorradores. Sin embargo las familias que tienen un patrimonio pueden verse beneficiados o tomar medidas que les favorezca. Estas medidas es dirigir sus ahorros hacia inversiones que estén correlacionadas con la inflación, de forma que un alza en el precio de los bienes y servicios se traduzca en una elevación del precio o la cotización de la inversión.
Pensemos que una de las variables más estudiada por la ciencia económica, así como los efectos que ello conlleva, es la inflación. En este sentido los estudios realizados, numerosísimos, nos muestran el camino a seguir y las medidas a tomar. Existen diferentes formas de frenar la pérdida adquisitiva por el efecto de la inflación, ahora bien lo importante es actuar y hacerlo lo antes posible.