Si soy sincera, cuando conocí a Caterina Ruzza, Presidenta de la EF en la Asociación AEPF, hace dos años, yo no estaba conforme con mi gestión financiera. Creía que mi marido
y yo seríamos capaces de ir mejorando nuestra situación económica poco a poco y que Caterina nos podría ayudar cuando tuviésemos un patrimonio más amplio.
Nuestra forma de gestionar las finanzas, en aquel momento, me agotaba porque mi sensación era que nunca teníamos dinero. Lo único que hacíamos era pensar en algo que queríamos tener, fijarnos eso como único objetivo, trabajar muchísimo durante meses y ahorrar lo suficiente para conseguirlo. De ese modo, siempre nos quedábamos con la cuenta de ahorros a cero y vuelta a empezar.
Me explico con un ejemplo. Un día decidimos que queríamos tener un garaje en nuestra parcela, así que ahorramos lo máximo posible para conseguirlo cuanto antes. Reunimos el dinero suficiente, contratamos una empresa, lo construyeron, les pagamos y nos quedamos con la cuenta a cero. Tuvimos que volver a ahorrar.
Esta fue nuestra manera de actuar durante años. Un día pensé, estoy harta, esto no puede volver a ocurrir, no podemos pasarnos así toda la vida, seguro que hay otra forma de hacerlo.
Además, soy de esas personas que se preocupan por su jubilación, porque creo que las pensiones serán mínimas o inexistentes, ya que considero que el sistema económico actual es insostenible. Sin embargo, a pesar de tenerlo claro, no actuaba en consecuencia. No hacía nada para mejorar nuestra situación, sobre todo, por dos razones:
1. Mi falta de conocimiento o desinformación sobre los planes de pensiones, fondos de inversión, pias y otros productos de inversión.
2. Nuestra creencia sobre el dinero. Pensábamos que sólo podíamos ahorrar para un objetivo, no sabíamos que nuestro dinero fuera suficiente para ponerlo a trabajar de forma diferente. No éramos conscientes de que fuera posible diversificar nuestro dinero en varios objetivos a la vez.
Cuando comprendí que era necesario cambiar mis hábitos financieros, entendí que primero debía cambiar yo. Entonces, busqué información, quise formarme y educarme con alguien que supiera más. Así llegó el verdadero cambio.
Sigue leyendo en La Revista EF.
Por Lucía López Ferradáns.
Educadora Financiera de Calidad UNI 11.402